sábado, 7 de febrero de 2009

Malas noticias esas, llegué a pensar que era una broma


From: Andrés.



To: Coqui.



Malas noticias esas, llegué a pensar que era una broma, pero después, me dije que podría ser cierto (ante la duda me decidí ir a Nigeria, me arrepiento, por haber dudado del bababalo Vista Larga, está acreditado) El viaje a Nigeria no ha sido nada fácil, algunos clientes me esperaban con sus tuberías rotas, además el viaje se me iba fuera de presupuesto. Tuve que poner un anuncio en www.necesito.ya (viajar a cambio de algo) (urgentemente a Nigeria, ida y regreso en dos días) ofrezco cumplir con el enunciado de mi pág.web. ( www.reparaia.com) Inaudito, me llamó inmediatamente el interprete de Orula, el dueño del tablero de ceiba, hermano de Changó y me dijo, le llevo y le traigo, Orula lleva 15 días con el grifo roto de su pozo de agua personal. Nos vamos a Lago, y al pueblo tradicional de Oyo, antigua cuna del imperio yoruba. El intérprete me lleva a una casona impecable, de estilo portugués, después de ser recibido con gran euforia en dialecto yoruba...- Que dicen, le pregunté al intérprete-- - ¡Viva el fontanero!- responde. En una gran habitación, un grifo de oro, impecable emerge de un pozo de agua de manantial. Me dirijo al grifo, desmonto su filtro, lo soplo y de nuevo ¡Agua! Me recibe Orula, me inclino ante él, respetando la antigua costumbre de los yoruba, con un gesto suyo culmina la ceremonia…Orula me confirma su noticia, pero no puede hacer nada, el solo ve a través de su tablero, solamente Changó podría hacer algo, pero desde que le regalaron una vídeo consola nuevo, es imposible comunicarse con él. Coqui esto se complica, ahora somos dos en peligro, mi gran amigo Amaury y yo, tendré que pedirle ayuda a Iván, tendré que convencerle de que Iván el terrible es otro personaje, maldita aquella bruja que lo convirtió, para que perdone a su hermano y vaya a su rescate y tengo que recurrir a ti, solamente tú tienes la clave de cambiar el objetivo, tienes que convencerles que Andrés Martínez ( el verdadero) está secuestrado por la mona Chita y se hace pasar por Amaury, de modo que con esa fuerza más ( contra los simios) Iván aproveche la ocasión del rescate...No veo otra solución.... Me voy a currar, que solo vine a comer y terminé en Nigeria. Hasta otra.



From: Coqui.



To: Andrés.



Mi estimado Andrés: Iván es una de las personas más testaruda que he conocido. Es imposible cambiarle una idea. Y tiene muy fijo en su mente el garnatón que le dio su hermano cuando tenía 6 años. Habrá que buscar otra vía.
No, no eres tú realmente quien esta con la Mona Chita, sino Amaury. Eso es un "desdoblamiento cerebral" tuyo. No puedes ser tú porque jamás serás impotente. Eres un semental, falda que pasa por tu lado, la hincas.
Los pigmeos rojos descubrieron el árbol donde se esconde Chita. Fueron a buscar a un ingeniero ingles borracho, Tony Blair, que trabaja por la zona, para que les dijera como coger a Amaury para la cena. Tony les dijo que era muy fácil: serruchen el árbol. Y les envío una gran sierra de mano. Ahora los pigmeos están dándole a la sierra a cuatro manos. Amaury, en el pico del árbol, mira al cielo y murmura que a su caso nadie le hace caso, mientras Chita observa la labor de los pigmeos.
¿Tú te cocinas? Me imagino que la casa de piedra no tiene calefacción central, sino estufa. ¿Llegaste a un acuerdo con el boliviano? ¿Que tal son tus vecinos españoles? Viví 2 anos en Madrid y no pude hacer amistad íntima con ningún español. Me parece que son difíciles.
Cuídate, Coqui.

domingo, 1 de febrero de 2009

Nací en una clínica del ba­rrio capitalino del Vedado


I.



Erase una vez…



Nací en una clínica del ba­rrio capitalino del Vedado, el 11 de septiembre de 1934, a pesar de que mi familia vivía en Batabanó, un pequeño pueblo de la costa sur de la provincia de La Habana. Sucedió así porque fui el primer nieto y mis abuelos quisieron lo mejor para mí, obligando al tacaño de mi padre a pagar los gastos. El tratamiento médico en un pueblo pobre no era igual al de una buena clínica en la capital. Los es­casos y muy pensados rela­tos que me hicieron mis abuelos en mis años infantiles me hicieron pensar que mi madre, mujer de belleza extraordinaria, deshonró el nombre de la fami­lia al abandonar a mi padre antes de que yo cumpliera los dos años. Mi progenitor, hijo de asturianos, de malas pulgas y gran avaricia, vio en mí reflejada la ofensa que le infringió mi madre y también me aban­donó. Por aquel entonces se to­maba muy en serio las opiniones morales de los vecinos, por lo que mis abuelos huyeron de Batabanó, donde habían vivido casi cuarenta años, para no soportar la diaria vergüenza de mi­rar a sus coterráneos. Eso determinó que nos mudáramos para los suburbios de la capital, la bella ciudad de La Habana.



Mi mente comprendió lo que sucedía a su alrededor cuando ocupábamos la pequeña parte frontal de una humilde casa de ma­dera situada en La Víbora, frente a lo que después sería la im­ponente iglesia de los Padres Pasionistas del Corazón de Jesús, la que vi construir desde sus ci­mientos hasta sus altas torres. Fui alimen­tado, al igual que otras dos tías y mi abuela, por los salarios que ganaban mi abuelo y mi tío Panchito como empleados de una em­presa de ómni­bus. Vivíamos pobres, pero decente­mente.



Debido a que mis dos tías, Ocilia y Nidia, enseña­ban el catecismo a los niños en la iglesia de los Pasionistas, el jefe de esos religiosos, en un gesto de gratitud, le solicitó a la di­rección de los Hermanos Maristas, un prestigioso colegio situado en el barrio, que yo estudiara sin pagar. Cursé allí los años escolares correspondientes hasta el segundo año del bachillerato, porque cumplí con creces la única condición exigida por mis benefactores: ser uno de los cinco mejores alumnos de mi nivel. Notorios personajes fueron al­gunos de mis condiscípulos, deviniendo algunos en ministros y otros en mafiosos. Tal vez fue la etapa más feliz y despreocupada de mi vida, terminada abruptamente cuando a los doce años declaré que no creía más en la reli­gión católica por la sencilla razón de que si existía realmente un Dios que nos amaba tanto y era tan poderoso, ¿por qué permitía en­tonces tanta maldad, tanta crueldad, tanta desigualdad, tanta miseria hu­mana entre nosotros? Eso de que es­tábamos en la tierra para demostrar que éramos dignos de Él me pareció incompatible con el inmenso amor que nos tenía el Todopoderoso. ¿Quién que tu­viera tanto poder dejaría a sus hijos al libre albedrío, rodeados de tantas y tremendas tentaciones, con el riesgo de perderlos sin remedio? Mi abuela se acon­gojó, convencida de que yo estaba loco de remate. Por aquel en­ton­ces mi abuelo es­taba re­tirado y el único hijo que quedaba en el hogar, Panchito, era un alcohólico. El ingreso de la familia era de cuarenta y siete pe­sos mensuales y se pagaba veintiuno por el alquiler de la casa. Para reponerme la muda de ropa y los zapatos hacía cualquier trabajo, desde palear cemento en la construcción de una edificación por treinta centavos la hora, hasta cargar dos cubos de agua por cinco centavos, subiendo la empinada cuesta de la calle Vista Alegre, entre San Anastasio y San Lázaro, para abastecer las cisternas donde no llegaba el precioso líquido por falta de presión. Pero había mucha competencia. ¿De dónde sacaría el dinero para estudiar?



(continuará)

sábado, 31 de enero de 2009


From: Andrés.
To: Coqui.
Sent: Friday, January 23, 2009 5:06:10 PM
Subject: RE:

Eres un chaval, el recipiente es el que se nos hace viejo, en cuento resuelvan el problema del encapsulado de las células, viviremos más, nunca eternamente, porque siempre se cae una teja, un accidente, etc, pero no estamos lejos de resolver la hermeticidad celular, en realidad es una especie de tapón celular que a la orden del reloj biológico comienza a tener fugas y envejece, pero si resolviéramos un buen tapón, la orden no sería respetada y ahí está la clave.. después con las células madres y la regeneración de tejidos y órganos afectados en nuevos, ya está hecho...

Dice el Babalao que hace rato que se puede lograr, que el problema no es ese, el problema es donde meter a la gente, por eso una vez que haya espacio disponible en otra planeta, eso es pecatta minuta, lo de vivir 400 años, pero con cuerpo de 20.

Tremendo viento... se oye que asusta, a la madrugada pasará un ciclón, ya mañana te contaré... hoy pasé por un acantilado y me acerqué para ver la olas del mar y casi me caigo con el coche, pasé un susto, me bajé y nada, tenía como 10 metros, pero desde el coche no veía bien, mucho viento y mucha lluvia, las olas altísimas, dicen que hoy habrán olas de 9 metros, otros dicen que de doce... que pena que no es 28 de diciembre...

Voy a tener que reclamar más días para los santos inocentes...



Date: Fri, 23 Jan 2009 19:02:39 -0800
From: Coqui
Subject: Re:
To: Andrés



No crees que será muy aburrido eso de vivir 400 años? La misma rutina, los mismos estúpidos de siempre, el mismo trabajo, etc.



Y hablando del tapón, me vendría bien para el...



Sí, lo vi por el TV. Ten cuidado, que tú estás desbalanceado con tu gorrita....y te puedes caer para alante...



From: Andrés.
To: Coqui.
Sent: Friday, January 23, 2009 5:06:10 PM
Subject: RE:





No es aburrido, con salud no, tú fíjate bien, el hombre come todos los días, ¿dejas de comer por haber comido ayer? y haces el amor todas las veces que puedes y te dejen con la mujer que deseas. ¿Dejas de hacer el amor, porque te aburre? Con salud, ya podemos ser eternos y además, no piensas que ya venderán medicación para ir borrando los primeros 100 años. Creo que el problema del aburrimiento tiene solución…

Creo que lo del tapón no lo entiendo, pero presiento que es indecente...Preguntaré a las féminas, que doble sentido pueda tener...

Ahora uso gorro, me costó 2 euros y me pareció muy barato, así que de momento sin vicera, hasta el verano... (Se dice vicera o víscera) na, cada día más bruto.

viernes, 30 de enero de 2009

Juan Antonio Rodríguez Menier


Tal como fue.







Juan Antonio Rodríguez Menier.











Dedicado a Klaus y Young Joe.





Prólogo.



Este libro se refiere a algunos hechos relevantes de mi vida. Desciendo de una familia revolucionaria desde la época en que Cuba era una colonia española. Mi abuelo fue un mambí que combatió a las ordenes del Mayor General Antonio Maceo Grajales. Mi primo, Mario Torres Menier, que fuera Jefe de las Fuerzas Aéreas de Cuba, combatió la dictadura de Gerardo Machado. Mi tío, Francisco Menier Cybeira, murió a manos de los es­birros de otro dic­tador, Fulgencio Batista, al que yo también combatí.



La historia de mi país natal muestra un pueblo de mentalidad ágil y, sin embargo, ingenua; muy dado a la broma, a la música, al ron y a la cerveza; esclavo del sexo, pero apologista del amor, de la ternura, de la dedicación familiar; con sentimientos quijo­tescos y bravura equivalente a nuestros antepasados españoles cuando se hiere el patriotismo o la vanidad personal. Hijo legítimo de ese pueblo, tengo sus defectos y virtudes, de los que no reniego ni presumo.



Después de una experiencia insurreccional algo ac­tiva y peligrosa, que terminó con la sorpresiva victoria sobre el dic­tador, viví los momentos gloriosos e imborrables del reconocimiento de mi pueblo y la dicha de ser libre e independiente.



Cuando pensaba que el mal había sido vencido y, como en los cuentos de hadas, todos seríamos felices, comenzó la verdadera, la grande, la absorbente guerra contra el país más poderoso y más cer­cano a nuestras costas, los Estados Unidos.



La vida dispuso que combatiera en la Contrainteligencia e Inteligencia, organizaciones vituperadas por los enemigos y encumbradas por el gobierno, a menudo incomprendidas por escritores, analis­tas, políticos y pueblo en general. Al inicio fui un oficial secreto den­tro de las filas del enemigo; posteriormente un oficial público que reprimía a los enemigos y en­frentaba la prensa y las cámaras de televisión; y finalmente un oficial con cu­bierta diplomática, con sede en varios países. Desempeñando estas tareas, ocupé cargos adminis­trativos de relativa importancia dentro del gobierno. Ambas fun­ciones, la secreta y la pública, me permitie­ron conocer profunda y detalladamente alma y cuerpo de la Revolución Cubana, así como as­pectos internacionales muy importan­tes.



No solamente participé operativamente en los distintos niveles en que trabajé, sino que también desarrollé una actividad teórica, es­cribiendo Normas de Procedimientos, Métodos Operativos, guiones fílmicos y televisados, artículos periodísticos y libros. Dirigí 27 pro­gramas de televisión, algunos totalmente secretos y realizados para Fidel Castro y el Buró Político del Partido Comunista de Cuba. Fui condecorado 9 veces, incluyendo la más alta condecoración de los Órganos de la Seguridad del Estado de Cuba, la medalla dorada "Capitán San Luis".



A pesar de lo antes expuesto, muy temprano, desde 1966, me convencí de dos cuestiones que me amargarían los años siguientes: Fidel Castro es un tirano demagogo; y el sistema socialista no funciona porque la naturaleza humana está en su contra. Tal vez por­que amo mucho a mi familia y no quería exponerla al peligro y a la humillación, quizá porque era suicida enfrentarse al Máximo Líder en aquellos momentos, o simplemente porque ya la marca de mi profe­sión, la simulación, se había adueñado de mi forma de ser, lo cierto es que me dediqué a sobrevivir, con la esperanza de que algún día podría ofre­cerles a mi familia y a mí mismo un futuro más prometedor.



Dos décadas después de llegar a esta convicción lo­gré el asilo político de toda mi familia inmediata en un país occidental. Cambié mi cubanía por la posibilidad de ser feliz, para que tuviéramos la oportu­nidad de optar por nuestros sueños. En esa fecha, enero de 1987, termina esta parte de mi autobiografía. Por razones obvias no cruzo esa frontera del tiempo, aunque aseguro que los años siguientes fueron tan o más interesantes que los narrados aquí. Convivo sosegadamente con mi esposa y mi hija Alina, disponiendo de suficientes recursos monetarios que nos permiten una vida decente. Alina es maestra de una universidad. Elisa, mi esposa, se dedica a la jardinería. Glenda, mi otra hija, es también maestra y se casó con un abogado estadounidense. Mis hijos han formado su propia familia. Amaury es negociante e Iván es empresario. Somos felices en la medida en que lo pueden ser los humanos. Al principio añoré mucho mi patria natal, pero ya no. Me quedan allá dos tías muy ancianas y algunos primos. Mantengo solamente una relación muy estrecha con mi tía Nidia. La Habana donde nací y crecí ya no existe. Es otra ciudad, destruida y triste. La mayoría de mis amigos han emigrado o muertos, y los que quedan en Cuba no se acuerdan o no les conviene acordarse de mí, y algunos hacen cualquier cosa por sobrevivir.



Los 17 años que vivo en mi patria adoptiva me confirman que la expe­riencia y conocimientos que adquirí del sis­tema socialista y de su "enemigo mortal", el capitalismo, son tan actuales como antes y sir­ven para pronosticar hechos venideros. Mientras exista la desi­gual­dad económica y so­cial, la pobreza de muchos y el enrique­ci­miento de unos pocos, el fanatismo religioso y el extremismo político, la eterna comedia del mundo se repetirá cí­cli­camente, representada en el teatro del destino.



Juan Antonio Rodríguez Menier.



Madrid, 20 de septiembre de 2003.